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Operación Bikingas 2022/2023

Operación Bikingas 2022/2023

Operación Bikingas es un proyecto de aventura en bicicleta.

El año pasado, después de pasar dos años pedaleando bajo el calor de los países mediterráneos, sentí la necesidad de algo nuevo. Surgió espontáneamente el proyecto “Operación Bikingas”, que me permitió explorar regiones más frías y lluviosas de Europa del Norte. El nombre del proyecto proviene de “bike” (bicicleta) y “Vikingas”.

Durante Operación Bikingas, comparto mis aventuras, descubrimientos y los desafíos que enfrento al viajar en bicicleta en diferentes condiciones climáticas. Mi objetivo es no solo conocer lugares fascinantes, sino también demostrar que las mujeres, aunque estas aventuras puedan parecer un poco extremas, son capaces de superar cualquier dificultad.

En 2022, junto a mi inseparable amiga, Gosia, emprendimos una aventura única: un viaje en bicicleta desde Islandia hasta Polonia. Esto marcó el inicio de nuestro proyecto “Operación Bikingas”, que nos permitió descubrir lugares fascinantes sobre dos ruedas. Durante este viaje, vivimos momentos inolvidables, recorriendo nuevos senderos, conociendo a los locales y explorando la salvaje y hermosa naturaleza de Islandia y las Islas Feroe. Fueron semanas que quedarán grabadas en nuestros corazones para siempre.

En julio de 2023, Iza, una amiga mía de la escuela secundaria, se unió a nosotras, y juntas nos propusimos el siguiente desafío: dar la vuelta a Irlanda. Recorrimos juntas las verdes colinas, conocimos a los lugareños y disfrutamos de los hermosos paisajes. Después de esta etapa, Iza y Gosia regresaron a Polonia, y yo decidí continuar el viaje en solitario, regresando a Polonia siguiendo mi pasión.

Islandia: En la Tierra de Hielo y Fuego.

Durante casi 3,5 semanas, tuvimos la oportunidad de explorar la belleza de Islandia en nuestras bicicletas, recorriendo 1.140 km y superando 10.000 metros de desnivel. Islandia, a menudo llamada “la tierra de hielo y fuego”, es un lugar que constantemente sorprende con su paisaje excepcional. Nuestro viaje estuvo lleno de descubrimientos fascinantes y aventuras que no se pueden experimentar en ningún otro lugar de Europa.

Uno de los primeros destinos en nuestra ruta fue el Parque Nacional Thingvellir. Es el único lugar en Europa donde se puede ver a simple vista la grieta entre dos placas tectónicas, la Euroasiática y la Norteamericana. Tuvimos la suerte de pedalear junto a esta formación geológica única.

Durante nuestro viaje, visitamos innumerables cascadas que nos dejaron boquiabiertas. Seljalandsfoss permitía caminar detrás de la cascada, Gullfoss se encontraba en la famosa Ruta del Círculo Dorado (Golden Circle), y Goðafoss significa “la cascada de los dioses” en islandés. Sin embargo, la experiencia más memorable fue Dettifoss, una de las cascadas más poderosas de Europa. Durante nuestro paseo en bicicleta, también tuvimos la oportunidad de presenciar los espectaculares géiseres de Strokkur, que lanzaban una columna de agua cada 5-7 minutos, satisfaciendo la curiosidad de todos los turistas que observaban este fenómeno natural.

Nuestra expedición estuvo llena de contrastes. Durante cuatro días, pedaleamos a través de un desierto absoluto, donde no había tiendas durante 200 km. Fue en estos lugares remotos donde tuvimos que abastecernos abundantemente de comida y suministros.

Este viaje nos permitió cumplir muchos de nuestros sueños de nuestra “lista de deseos”, como ver con nuestros propios ojos las ballenas en Husavik y ver frailecillos (puffins) en la isla Vestmannaeyjabær.

Sin embargo, no sería una verdadera aventura sin desafíos adicionales. Mis frenos averiados nos obligaron a buscar un mecánico de bicicletas en pueblos remotos, lo cual fue todo un desafío en un país donde solo la capital, Reykjavik, es una ciudad. Los autobuses que pasaban cada dos o tres días le ponían más dificultad a esta misión, y tuvimos que ser bastante creativas.

Nuestra aventura islandesa terminó bajo la lluvia, la niebla y el viento fuerte, parecía una montaña rusa en bicicleta, cruzando los fiordos a la ciudad de Seydisfjordur, desde donde tomamos un ferry a las Islas Feroe.

 

Islas Feroe: En busca de ovejas y frailecillos.

Nuestro viaje a las Islas Feroe fue completamente espontáneo. Cuando llegamos a Islandia, no teníamos la intención de visitar este archipiélago remoto. Sin embargo, todo cambió cuando conocimos a un ciclista que visitó las Islas Feroe en su camino a Islandia. Sin dudarlo, comenzamos a buscar tickets para el ferry. Para nuestra sorpresa y alegría, los camarotes ya estaban bastante limitados, lo que nos llevó a quedar allí una semana en lugar de los tres días que habíamos pensado al principio. Como resultó, una semana en las Islas Feroe fue demasiado corta para explorar completamente este rincón remoto del mundo.

Nuestra aventura comenzó cuando, después de 17 horas de viaje en ferry, llegamos a la capital del archipiélago, Tórshavn, durante las celebraciones de Ólavsøka, su fiesta nacional en honor a San Olaf. En las calles de la ciudad, tanto jóvenes como ancianos vestían con orgullo trajes tradicionales, y todos celebraban durante toda la noche a pesar de la lluvia constante. Fue una experiencia inolvidable para nosotras.

Durante la semana que pasamos en las Islas Feroe, recorrimos solamente 200 kilómetros en bicicleta, porque sobre todo aprovechamos la oportunidad para explorar el encanto de las islas a través de caminatas. Desde un paseo en bicicleta a 105 metros por debajo del nivel del mar hasta una colonia de frailecillos en la isla Mykines, a la que llegamos pensando que vamos a morir, el mar estaba tan revuelto, hasta el hermoso lago Saksun. Recorrimos la ruta panorámica desde Eidi, donde admiramos las formaciones rocosas del Gigante y la Bruja, y deseamos subir a la montaña más alta de las Islas Feroe, Slættaratindur. Desafortunadamente, estaba cubierta por una densa niebla y ni siquiera podía ver a mi compañera de viaje, Gosia, por lo que tuvimos miedo de aventurarnos sin conocer el camino. El último punto de nuestro viaje fue cruzar la primera rotonda submarina del mundo, Eysturoyartunnilin, que lamentablemente no estaba disponible para los ciclistas, pero pudimos tomar un autobús con nuestras bicicletas.

Aunque nuestro viaje fue breve, descubrimos algo excepcional en las Islas Feroe que nos hace considerar volver para profundizar aún más en los secretos de este rincón remoto del Atlántico Norte.

Irlanda: Guinness y amabilidad Irlandesa.

Visitamos Islandia y las Islas Feroe con Gosia en 2022. En 2023, comencé mi viaje por Europa en Irlanda, acompañada de dos amigas. Este era un sueño que había estado latente en mí durante mucho tiempo, y me sorprendió que no fuera nuestra elección principal para el viaje de este año. Pero gracias a las amigas que sugirieron activamente ideas de aventuras en bicicleta y se unieron a ellas, aterrizamos en Dublín a principios de julio. Y vaya julio que fue. Mientras el sur de Europa se cocía bajo el calor, Irlanda recibía lluvia en cantidades masivas todos los días. Por supuesto, esperábamos lluvia en la Isla Esmeralda ( una manera de llamar a Irlanda), pero no anticipábamos días en los que la lluvia no cesara durante 48 horas. Aquel día, si no fuera por la amabilidad de la dueña del camping, que secó nuestra ropa mientras pasábamos 3 horas secando nuestras botas, al día siguiente habríamos tenido que ponernos ropa y calzado mojados para seguir pedaleando. No es la forma más agradable de pasar las vacaciones. En cuanto a esa amabilidad, los irlandeses hasta el momento se han mostrado como las personas más amables que he conocido durante mis viajes por Europa. En las carreteras estrechas siempre esperaban con seguridad para adelantarnos. En los pueblos, preguntaban a dónde íbamos y a menudo ofrecían sus jardines como lugar para acampar, sabiendo que la lluvia era implacable.

Recorrimos casi toda Irlanda, desde Dublín hasta Irlanda del Norte, que forma parte del Reino Unido. Visitamos obligatoriamente Belfast, Carrick-a-Rede, un puente utilizado por pescadores para llegar a una pequeña isla rocosa donde tenían sus redes, y Giant’s Causeway (La calzada del Gigante), una formación rocosa única vinculada a numerosas leyendas locales. En Sligo, intentamos seguir la famosa West Atlantic Way y pasamos por las hermosas montañas Ox y Maumturks. Por casualidad, aterrizamos en las Islas Aran, lo que resultó en una aventura increíble. Visitamos los famosos Acantilados de Moher, que lamentablemente estaban cubiertos de niebla, y nosotras bañadas en la lluvia constante. Desde allí, nos dirigimos a la península de Dingle, donde se encuentra el colorido pueblo del mismo nombre, famoso en el pasado por su mascota, Fungie, un delfín que solía visitar aquella costa. Además, cruzamos el Puerto de Conor, una carretera escénica, una de las más altas de Irlanda. Nuestra aventura irlandesa terminó en Cork, donde disfrutamos de un plato tradicional de Fish and Chips (pescado y papas fritas) y yo tomé un ferry a Francia mientras mis amigas regresaron en avión a Gdansk. Irlanda resultó ser un país lleno de hermosos paisajes y personas extremadamente amables que hicieron que nuestro viaje fuera inolvidable.

Esta es solo otra parte de nuestra aventura como parte del proyecto “Operación Bikingas”. Cada kilómetro que recorremos, cada día lluvioso que pasamos en nuestras bicicletas y cada nueva amistad que hacemos hacen que esta aventura sea única. Nuestra lista de deseos sigue siendo larga, y Escandinavia nos espera con innumerables aventuras y vistas impresionantes. Nuestra próxima ambición es cruzar el Círculo Polar Ártico y llegar hasta Nordkapp. Sin embargo, de acuerdo con nuestras reglas de Bikingas, siempre dejamos espacio para la espontaneidad, para aventuras inesperadas y encuentros que enriquecen nuestras experiencias.

WELCOME ON MY BIKE

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